domingo, 31 de diciembre de 2017

preguntas sobre educar-nos para la ternura

A propósito del libro: 
“Educar-nos para la ternura – Joaquín Benito Vallejo – Ed. Corona Borealis”

queremos empezar haciéndonos una serie de preguntas para que sus respuestas nos aporten clarificaciones a todos.

¿Qué es la ternura? ¿Qué significa educar-nos para la ternura? ¿Para qué educar-nos? / ¿Para quién tenemos que educarnos y dar ternura? / ¿Por qué, cual es esa razón, qué necesidad hay o qué beneficios reporta? ¿Quién puede darla? ¿Cómo nos podemos educar para practicar la ternura? 





Vamos a intentar responder a esas preguntas. 


0 - ¿Qué es la ternura?Ternura es sinónimo de delicadeza, de dulzura, de suavidad, de entrañable, de interno y profundo, de cuidado, de esmero, de atención, de respeto, de un buen trato no invasivo. En este caso, la ternura se refiere especialmente además al contacto corporal, respetuoso y profundo, que toca el alma, que con su tacto delicado llegue a lo más profundo del ser.

1 – ¿para qué? – ¿para qué educar-nos? – Del mismo título, de cómo está escrito, con ese guion entre educar y nos, ya se deduce su significado: educar-nos a nosotros mismos en primer lugar; y segundo, con el objetivo de dar ternura. A lo dicho en el primer punto añadimos ahora que; educar-nos para la ternura es educarnos para hacernos más amables, más comprensivos, más empáticos, más sensibles, más receptivos, más disponibles a las demandas de los demás, más respetuosos, más afectivos…

2 – ¿para quién? ¿para quién hay que educar-nos? Para todos en general, pero especialmente para atender a los niños, los enfermos, los ancianos, los moribundos, las  personas con necesidades especiales, para aquellos que necesitan cuidados especiales para su salud, su crecimiento, su desarrollo personal… En general, para el apoyo y el reconocimiento de todo ser distinto a nosotros.

3 – ¿por qué? ¿por qué hay que educar-nos para la ternura? – Porque la ternura es uno de los comportamientos más importantes para relacionarnos con el otro. Porque ese comportamiento es la clave para sentirse respetado, reconocido como ser humano con sus propias características, capacidades y potencialidades distintas a las de uno mismo, acogido, tratado de la mejor manera. En caso contrario la persona se siente mal, frustrada, rechazada, desatendida. La ternura y todo lo que conlleva es esencial para la salud integral de la persona a nivel psíco – socio – físico – anímico – ontológico, a nivel de lo que es su propio SER. Ser humano íntegro, autónomo, independiente, libre, -la necesidad más esencial y básica- de la que se deriva EL AMOR, el cual es fruto del desarrollo filogenético de las especies – que es darse al otro sin pedir nada a cambio – favorecer el desarrollo de las potencialidades del otro sin imposiciones, sin chantajes, sin seducciones, sin engaños.


4 – ¿Quién¿Quién puede ejercer la labor de dar ternura y amor? – Lo podemos hacer todos y cada uno de nosotros. Algunos tienen esa cualidad innata, son capaces de atender al otro de un modo amable sin problemas. Quizá porque han sido educados en ello de niños. Ejerciendo el buen trato, la amabilidad y el cuidado en él mismo y con los otros. Sin embargo, otros tenemos que aprenderla y cultivarla. En general, la persona que ha sido bien atendida en su niñez, y que ha superado el narcisismo primario, que se ha hecho independiente, ejerce de modo natural la atención y el afecto por el otro. No así, quien es una persona neurótica, egoísta y dependiente.
Por tanto, puede dar ternura la persona preparada, madura, realizada o en proceso consciente de realización y de la superación de sus trabas y dependencias psico-afectivas infantiles. – La persona que ha conseguido la superación del ego. –  La persona que es madura. Que está en contacto y conexión consciente consigo mismo, con los demás, con el entorno social y medio ambiental. También pueden y deben ejercer la ternura aquellas personas cuya profesión está dirigida al trato con los demás especialmente en lo que se refiere a la salud, la educación, la terapia, el cuidado, etc. El buen trato a las personas, por tanto, implica especialmente a los profesionales de la salud, a madres y padres, a los educadores infantiles, a los cuidadores...  Expresando en su cuidado y atención, la afectividad, el reconocimiento y el respeto por el otro.  

5 - ¿cómo?¿Cómo podemos educar-nos para la ternura? – Educándonos y cultivándonos para ello, para atender y estar con el otro. Dedicando una atención y un cuidado especial en las relaciones – atender, cuidar, acompañar, proteger, estimular, dar afecto, seguridad, tranquilidad... 




martes, 19 de diciembre de 2017

Pre-historia del amor como necesidad básica humana.

Pre-historia del amor como necesidad básica humana.
Educar-nos para la ternura 
 Joaquín Benito Vallejo / Ed. Corona Borealis


Educar-nos para la ternura comienza con una pregunta:
¿Sabéis que el amor es lo más importante de la vida?

 Y después se contará el porqué, el para qué, el cómo y el cuándo entre otras cosas.

Esbozamos a continuación una breve pre-historia.

El amor es el resultado de la vida. 

No de una vida particular de cualquiera de nosotros, sino de la evolución de la vida en general dentro del planeta Tierra.

Resultado de la adaptación, mediante el desarrollo de las especies a su medio entorno del que también forman parte las otras especies, además de los individuos de una misma especie.

En esa adaptación, fue decantándose como la principal misión de cada individuo el cuidado de sí mismo, así como el de sus congéneres.


El amor pues, no es una creación humana, sino  el culmen lógico del desarrollo natural evolutivo de los seres vivos que  comenzaron su andadura en la primera célula viviente.

 En los seres vivos más primitivos ya está inscrita de una manera rudimentaria, esa capacidad.

 El amor es el culmen de una serie de prerrequisitos que nacieron con el primer ser vivo, como son la sociabilidad, la intercomunicación, la colaboración, la empatía, el altruismo, el cuidado del hábitat,  la protección de las crías.


La sociabilidad nace también con la vida.

Todas las células se agrupan viviendo entre sí formando distintos tipos de sociedades.

En esa sociabilidad  o vida en común  ya hay, debe haberla, comunicación y colaboración  por un objetivo común, la vida misma y la de la especie.


Los organismos unicelulares nacen unos de otros. Se unen y evolucionan generando seres pluricelulares y en estos, forman órganos con diversificación de funciones dentro del objetivo común de la vida.

Dentro del organismo ya sea unicelular o pluricelular, debe darse la comunicación entre sus diversos elementos y funciones y la comunicación  colaborativa  mutua y común para salvaguardar la vida.

Todas las células, desarrollando diferentes funciones en órganos y organismos mantienen la comunicación y la colaboración por el objetivo común, dentro de un mismo ser u organismo, y dentro de la especie a la que pertenecen.


Con la especie, los individuos mantienen una serie de rasgos comunes al haber nacido de una misma cepa.

Dentro de la especie forman agrupaciones más pequeñas o familias. Y dentro de estas siguen desarrollando la colaboración en defensa de la vida.


Formar familias desarrolla la diversificación de tareas en aras del bien común –de igual modo que dentro de un organismo, los órganos desempeñan diferentes funciones-.

Se reparten las tareas a realizar.
Se construyen un hábitat y se protege y se cuida a las crías.

En estos ámbitos el apoyo mutuo por el bien común es el hilo conductor.  Donde se da la empatía, el altruismo, la colaboración, el vínculo, el afecto….

Las emociones se establecen también desde el primer ser unicelular, si no claramente desde el principio, si están ya en germen como la semilla del fruto venidero, porque ellas son necesidades básicas para salvaguardar la vida.

Suponen la orientación o el rechazo de aquello que es bueno, agradable, placentero para la vida, o al contrario, de lo que hay que huir y protegerse porque es malo, peligroso, desagradable o dis-placentero para vivir.

Así, la vida se orienta hacia el placer. Las emociones básicas se desprenden del placer y del displacer. 

De ahí que la emoción que se yergue como esencial y prioritaria es el amor porque es el resultado de las leyes de la sociabilidad: la colaboración, la empatía, el altruismo, el vínculo afectivo, la protección, el cuidado, etc., que proceden del desarrollo de las capacidades de vivir y reproducirse. 

Porque encarna la máxima felicidad. Porque salvaguarda y protege al SER.



De acuerdo con Maturana -El árbol del conocimiento - Lumen. Buenos Aires 2003-., “... los seres humanos, somos seres biológicamente amorosos como un rasgo de nuestra historia evolutiva. ... el amor ha sido la emoción central conservada en la historia evolutiva. ... enfermamos cuando se nos priva de amor, considerado este como la emoción fundamental donde se asienta nuestra existencia relacional con otros y con nosotros mismos.





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